El primer acercamiento a la meditación suele estar lleno de dudas y de temores, pero estos son fruto de la falta de conocimiento sobre lo que realmente es la meditación.
Si la meditación se ha cruzado en nuestro camino, aunque haya sido de forma sutil, y ha despertado nuestro interés, significa que estamos preparados para abrir la puerta a esa oportunidad y sólo con esto ya nos podemos sentir tremendamente afortunados.
Nuestro aprendizaje ha estado siempre basado en el éxito o el fracaso de lo que emprendemos y para iniciarse en la experiencia de la meditación lo primero sería desechar esa idea, ya que toda vivencia es positiva, es la que necesitamos vivir en ese momento determinado, por tanto, dejar a un lado el sentimiento de culpa o de frustración nos llevará a disfrutar de cada ocasión en la que decidimos adentrarnos en nosotros mismos a través de este arte.
Todo se va a dar de forma natural a través de la práctica continuada, sólo hay que confiar dejando a un lado todos los prejuicios que tenemos sobre ella y todas las valoraciones que nuestra mente ha creado según lo que hemos escuchado, visto o leído.
Meditar es, como leí una vez, dejar caer un puñado de arena sobre una superficie plana, cada grano se deposita por sí mismo, así vamos dejando que todo se deposite en el lugar correcto, sin juicios, sólo observando lo que va aconteciendo.
Simplemente nos dejamos sentir, si vienen pensamientos a nuestra mente o emociones, nos lo permitimos sin más, y tal como han venido, dejamos que se vayan sin engancharnos, todo llega y se diluye y soltando todo aferramiento vamos sintiendo, cada vez de forma más evidente, la paz de nuestro interior…todo está bien.