La palabra crisis está siendo muchas veces pronunciada últimamente y de tan utilizada está perdiendo su significado.
Para acercarnos al tema, comenzamos rescatando unas frases de un artículo publicado hace tiempo en una revista de Majadahonda.
“…El diccionario nos dice que crisis significa ‘mutación considerable que acaece en una enfermedad, ya sea para mejorarse o para agravarse’. Y etimológicamente nos remite a ‘yo decido’ ‘yo separo’ ‘yo juzgo’. De ahí se derivan también las palabras crítico/a, el que juzga, el que decide y criterio, capacidad de juzgar.
Si combinamos ambos aspectos podemos entender que ‘crisis’ es una situación aguda de la que podemos salir mejorados, con más recursos, con más conocimientos y que esto dependerá de nuestra capacidad de juzgar, separar y decidir. Así que podemos afirmar que no tenemos por qué vivir las crisis como un enemigo a evitar sino que podemos vivirlas como una posibilidad. Posibilidad y ocasión de enfrentarnos a nosotros mismos, revisar nuestros puntos de partida, nuestros supuestos básicos, nuestros prejuicios y nuestras ideas rígidas a cerca del mundo y de nosotros mismos.
Cuando enfrentamos un problema para el que ya no nos sirven nuestros recursos anteriores nos vemos obligados a desarrollar otros nuevos, a poner en juego aspectos y potencialidades que teníamos olvidadas o en desuso. Nos obliga a dinamizar nuestra energía, salir de la inercia y poner en juego lo mejor de nosotros mismos…”
La forma de plantear la cuestión es muy acertada y, realmente, las opciones que tenemos cuando enfrentamos una situación de crisis son las expuestas en este artículo.
Nadie desea pasar por estos momentos, ni personales ni sociales, y que se nos plantee la posibilidad de poder verlo desde la perspectiva de salir reforzados, mejorados, etc nos abre una puerta que puede hacer que los sentimientos negativos que nos generan estas situaciones se vean en parte aliviados, pero en este caso se nos presenta el reto de saber de qué manera le damos la vuelta a lo que sentimos.
Desde que llegamos a este mundo aprendemos a relacionarnos con él observando el comportamiento de las personas más cercanas. Nuestra idea del mundo y de nosotros mismos se ha conformado a través de un compendio entre la predisposición genética y las experiencias que hemos ido viviendo, que vamos interpretando de una forma determinada según nuestros recursos para gestionarlas y de ahí se crean nuestros patrones internos de pensamiento a través de los cuales entendemos la existencia. Basándonos en esto, en las situaciones de crisis en las que se nos ofrece esa revisión de nuestras creencias, de nuestras ideas, estas están profundamente arraigadas en nuestra psique, por lo que el trabajo tendrá que ir en la misma profundidad y requerirá de herramientas que nos permitan desaprender lo aprendido y transformar los patrones desarrollados en la infancia. Unos patrones que nos fueron útiles en aquellos momentos para evitar el dolor que nos provocaba una situación determinada, pero que perpetuamos de forma automática y los seguimos manteniendo a lo largo de la vida, cuando ya no los necesitamos e incluso se vuelven un lastre y nos llevan al sufrimiento.
Para cambiar esto hace falta, como hemos dicho, un trabajo más interno, llegar más allá de nuestra propia identidad, aquella que creemos ser pero que, al observarla, vemos que no es constante, que va cambiando con el tiempo por lo que es sólo un personaje creado para relacionarnos con el mundo.
En estas situaciones de crisis, los cambios son inherentes a ellas y si nos resistimos y continuamos apegándonos a las creencias que ya están obsoletas, no podremos salir del sufrimiento. Pero esto no se consigue al momento y no tendría que llevarnos a la frustración volver a la inercia de los pensamientos o sentimientos que conocemos. Todo tiene su proceso, la danza de la vida es perfecta en sus movimientos y si nos trae esa experiencia es porque estamos preparados para recibir el aprendizaje que acompaña y sólo es cuestión de tiempo, de confiar, de entregarse y tarde o temprano llegará y nos hará más libres.
En algunos casos en los que se ha iniciado este camino de crecimiento, las crisis no son la causa, sino la consecuencia de este trabajo que comienza con la autoindagación de los procesos internos, la autobservación para llegar al autoconocimiento. Según vamos avanzando en él, la vida nos va poniendo delante las situaciones que necesitamos para ayudarnos en el proceso, enfocando nuestra atención hacia lo que es necesario observar en ese punto del proceso.
En otros casos en los que este trabajo no se ha iniciado de forma consciente, las crisis nos invitan a hacerlo y sólo tenemos que dejarnos llevar por esa invitación.
Te invitamos a que inicies o continúes tu proceso a través de las oportunidades que te brinda la vida.