Sentimientos encerrados

Una nueva situación, un nuevo escenario inesperado, una forma diferente de vivir la cotidianidad de nuestros días, y todo se desdibuja, perdemos los límites que habíamos construido para continuar como hasta entonces. Nuestras estrategias aprendidas para adaptarnos a nuestro entorno pierden su sentido y comienza la montaña rusa de emociones, que van desde la calma y la confianza hasta el miedo y el desconcierto.

Cada uno nos enfrentamos a una realidad personal, no sólo por lo que nos sucede sino por cómo lo percibimos y cómo lo afrontamos.

En este devenir de lo que sucede fuera a lo que sucede dentro de nosotros, comenzamos a escuchar palabras de positividad, de aliento, de fuerza, pero ¿Y si tenemos momentos en los que estos mensajes no nos llegan? ¿Y si no somos capaces de remontar los sentimientos que nos crean malestar o dolor?

Puede incluso que a estos se una el de culpa por no saber cómo sobreponernos a ese alud que nos arrastra hacia la tristeza, el miedo, la ira, la angustia…

Entre las miles de posibilidades que podemos abarcar, puede que nos estemos teniendo que enfrentar a la pérdida de alguien muy cercano, o con un escenario laboral complicado o con un estado físico  que nos hace más vulnerables o con la intensa convivencia que nos sorprende desarmados de recursos para gestionar lo que hemos ido evitando, posponiendo, precisamente por esa falta de herramientas que necesitaríamos para ello.

Puede que no estuviésemos preparados para dejar de hacer lo que hacíamos o dejar de ver a quién veíamos o para la avalancha de exigencia que nos ahoga en cualquier ámbito de nuestra vida o para la soledad.

Y entonces se nos pide que seamos positivos, fuertes, compasivos, solidarios… y no nos sale, aún en el caso de que pongamos todo nuestro empeño. 

Llegados a este punto sólo nos queda dejarnos llevar, permitirnos a nosotros mismos el proceso en el que estemos y vivirlo, llenarnos de él y observarlo, pero no desde la mente sino desde lo más interno de nosotros mismos, sin análisis ni juicios, sólo observar, poner toda tu atención en cada sentimiento y profundizar en él, sentir de dónde viene, cuál es el origen, qué hay en nosotros que nos lleva a entender ciertas circunstancias desde parámetros de sufrimiento y en ese observar, comienzan a surgir preguntas nuevas, ¿por qué? ¿para qué la vida nos invita a pasar por esta vivencia desde donde la estamos percibiendo?

Cuando conseguimos hacer esto de forma consciente, es decir, ampliando nuestra percepción de la realidad más allá de nuestros sentidos, cuando nos adentramos en el océano de nuestra propia individualidad, comenzamos a comprender, desde el autoconocimiento al que nos lleva la simple observación de nuestros sentimientos, los pensamientos que generan y las acciones que estos nos impulsan a hacer.

Cuando nos observamos desde un punto más allá de nuestro personaje, identificamos nuestros límites, nuestros patrones internos y podemos dar respuesta a las preguntas que nos surgen…es ahí cuando sobreviene la calma, la confianza, y emergen desde el interior pues nos llegan desde la sabiduría profunda, desde la esencia del ser.

Podríamos pensar que esto inevitablemente nos cambiará, pero no tiene por qué ser así,  al menos no como nosotros esperamos que lo haga, según nuestros deseos, es más, si tras una revelación de los mecanismos de la existencia abrigamos esa esperanza de conseguir aquello que creíamos necesitar para evitar el sufrimiento, puede que volvamos a la frustración, ya que no se trata tanto de cambiar sino de comprender que lo que somos es lo que nos va a llevar a la liberación, nuestras cualidades con virtudes y defectos,  nuestras miserias y nuestras riquezas son las herramientas con las que contamos para encontrar el camino. Sólo tenemos que conectar con ese silencio que está detrás del ruido de nuestros pensamientos a través de la simple tarea de observar que de tan sencilla y natural se hace complicada, pero que si nos entregamos pacientemente a ella, surgirá de forma espontánea y nos mostrará la verdadera realidad que nos llevará a la paz que tanto buscamos.

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